La diáspora
La diáspora siente de muchas formas los efectos de María. Hace décadas que la unión de los “boricuas” aquí y allá no era tan fuerte como despúes del huracán. Ya han pasado 3 meses del huracán y regresamos al “yo no me quito, yo me quité”.
Nosotros acá estábamos viendo todas las imágenes de cómo el huracán azotaba la isla. Llamando a teléfonos desconectados. Nosotros por acá sin saber nada de nuestras familias, pero viendo en la televisión vecindarios completamente destrozados. Pensar en tus abuelos y solo ver en las noticias que su casa se inundó, pero no saber si estaban en la casa, si se fueron a un refugio, no saber nada. Cuando traté de explicar este punto de vista mucha gente me dijo que de todas formas no podía sentir nada por que los que estaban en la isla también estaban incomunicados.
Pero pues me puse a pensar. Todas las personas que el 11 de Septiembre hacen sus cuentos de donde estaban cuando los aviones chocaron el World Trade Center, como eso les marcó la vida. Entonces, para nosotros acá, ver todo lo que pasó y sigue pasando en Puerto Rico es exactamente igual. Es un estado de shock, de incertidumbre, de cuestionamientos, de sobrevivencia, de emociones.
¿Que podemos hacer?
Nosotros por acá, al sentir esa impotencia hicimos lo único que podíamos hacer, recoger alimentos, baterías, ropa y así surgió el movimiento de ayuda a Puerto Rico. Pero con todo y eso, todavía no nos dan derecho a sentir sobre lo que está pasando. Ya cuando se recupera la conección, gente en la isla comienza a decir que dejen de mandar suplidos por que no les están llegando. O que dejen de mandar suplidos por que no se necesitan- que lo que necesitan es dinero y luz. Ahí comienza a sentirse verdaderamente el sentimiento de impotencia.
¿Que podemos hacer para ayudar a nuestras familias? Si mandamos suplidos no sabemos a quién les llega, si no mandamos no nos importa, si apoyamos a los que se van de la isla en busca de una mejor situación para la familia somos traidores, si no ayudamos a los que se quedan no nos importa.
Todavía, tres meses después hay familias en la diáspora que no han podido ver o tan siquiera comunicarse con familiares. No es fácil estar por acá, tener tu vida normal, pero saber que tu gente está sufriendo. El huracán María a destrozado vidas y no con sus vientos, si no con los efectos de la tormenta. Yo no e podido regresar a mi vida normal. Honestamente no puedo. No puedo pretender que todo ya está bien. ¿Quien los ayuda a ellos? Ellos también son boricuas? Podemos, como me dijo alguien ir de turista y ayudar a la economía de esa forma, pero si tu familia te dice, NO VENGAS que las cosas están bien malas, ¿que se supone que uno haga? Como dicen en buen inglés “you’re dammed if you do and dammed if you don’t”.
Al final del día…
Siempre van a haber diferencias de opiniones. Unos que se sienten más que otros, pero la realidad es que en estos momentos los puertorriqueños tenemos que dejar a un lado nuestras diferencias de opiniones para poder sobrevivir. TODOS ESTAMOS SUFRIENDO. Que nos dejemos de atacar y dejar de comparar y criticar y nos apoyemos. La realidad es que todos tenemos que ser parte de la recuperación de Puerto Rico.
Así que te pido, si estás en Puerto Rico y me lees, “dale break” a los que escuchas en la diáspora hablando de Puerto Rico. Porque como tu, también están tratando de sobrevivir y entender lo que está pasando.
A tres meses del Huracán salgo a la calle y se que nada a vuelto a la normalidad. Hemos sobrevivido y estamos hechando pa’ lante. No he criticado los que se fueron ni los que están por allá. Lo que si critico es a los que se olvidan de los más necesitados aquí, los que cogieron vuelo y se olvidaron de su familia que aqui quedó. Sin embargo, me levanta dando gracias a Dios por todo el que dio la mano al necesitado. Gracias